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La trippa di Lazarillo de Tormes - testo originale

Nel tratado tercero del romanzo anonimo "La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades" intitolato "Como Lázaro se asentó con un escudero, y de lo que le acaeció con él", troviamo il protagonista che gusta trippa e zampa di bue (clicca qui per leggere il testo nella traduzione italiana):

Volvime a la posada y al pasar por la tripería pedí a una de aquellas mujeres, y diome un pedazo de una de vaca con otras pocas de tripas cocidas.

Cuando llegue a casa, ya el bueno de mi amo estaba en ella, doblada su capa y puesta en el poyo, y él paseandose por el patio. Como entro, vinose para mí. Pensé que me quería reñir la tardanza, mas mejor lo hizo Dios. Preguntome do venia. Yo le dije:

- "Senor, hasta que dio las dos estuve aqui, y de que vi que vuestra merced no venía, fuime por esa ciudad a encomendarme a las buenas gentes, y hanme dado esto que veis."

Mostrele el pan y las tripas que en un cabo de la halda traía, a lo cual él mostró buen semblante y dijo:

- "Pues esperado te he a comer, y de que vi que no veniste, comí. Mas tú haces como hombre de bien en eso, que más vale pedillo por Dios que no hurtallo, y ansi Él me ayude como ello me parece bien. Y solamente te encomiendo no sepan que vives comigo, por lo que toca a mi honra, aunque bien creo que sera secreto, segun lo poco que en este pueblo soy conocido. !Nunca a él yo hubiera de venir!"

- "De eso pierda, senor, cuidado -le dije yo-, que maldito aquel que ninguno tiene de pedirme esa cuenta ni yo de dalla."

- "Agora pues, come, pecador. Que, si a Dios place, presto nos veremos sin necesidad; aunque te digo que despues que en esta casa entre, nunca bien me ha ido. Debe ser de mal suelo, que hay casas desdichadas y de mal pie, que a los que viven en ellas pegan la desdicha. Esta debe de ser sin dubda de ellas; mas yo te prometo, acabado el mes, no quede en ella aunque me la den por mía."

Senteme al cabo del poyo y, porque no me tuviese por glotón, calle la merienda; y comienzo a cenar y morder en mis tripas y pan, y disimuladamente miraba al desventurado senor mío, que no partía sus ojos de mis faldas, que aquella sazón servían de plato.


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